Nacemos más de una vez, y también morimos varias veces en la vida.
Físicamente nuestro cuerpo material se renueva en forma constante. Así también lo hacen nuestros otros cuerpos: el mental, emocional, etc
Es curioso, el “inteligente” humano es la única especie de la naturaleza que “se cuenta el cuento” de lo inmutable.
“Para toda la vida”, “hasta que la muerte nos separe’, “yo soy así”… muchísimas expresiones denotan la enorme resistencia a responder fluidamente a lo que la Vida nos va proporcionando como experiencia.
Reconocer esto, y darle cabida a la energía transformadora de la Vida, es el primer paso para liberarnos del sufrimiento. Porque si algo puede definir al sufrimiento es eso: lo que nos atrapa en una red de pasado, frustración y apego a lo que ya no es.
Las enseñanzas budistas proclaman: “El dolor es natural, el sufrimiento, opcional”.
Como salir de ese lugar?
Primero, reconocerlo. Abrir de tal forma nuestra lente interna para que podamos distinguir hasta dónde llega el dolor por lo que estamos viviendo y cuándo comienza el sufrimiento. Es sutil la diferencia, pero una vez que descubrís a tu mente agregando contenidos a la situación real, desarticulás la trampa, la ilusión.
Cuántas veces nos ponemos música de película para contarnos nuestro cuento dramático? muchas… Es que hay una parte nuestra que disfruta de la novela…
El acto de Presencia siempre es un antídoto para este juego.
Parar y preguntarnos:
- Dónde estoy?
- Qué siento?
- Qué dice mi mente, cómo me estoy contando esta historia…. y ésta, es la Verdad, o una versión de la verdad?
- Cortar todo lazo con la historia que me estoy contando…. y quedarme con el Presente, con lo que siento en todos los niveles. (para ello, recomiendo usar unas tijeras imaginarias y recortar visualmente la imagen).
- Profundizar en ello, en su energía, en su fuerza. Tomar esa fuerza para nutrirme.
Una vez detectada la trampa, hemos comenzado a salir de ella.
Del laberinto se sale por arriba.
Empecemos por aquí.
El resto… te lo cuento en el siguiente post.